viernes, 18 de agosto de 2023

La Resurrección de las Pasiones Políticas: un Relato de Cambio y Convicciones

 

Ilustración: Belén García Monroy

En un país donde la política había estado dominada durante décadas por los partidos de centro-derecha y centro-izquierda, algo comenzó a cambiar. El auge de los partidos de extrema derecha se volvió palpable, y muchos se preguntaban cómo había sucedido. La respuesta yacía en las palabras de algunos análisis que pululaban: los electores habían perdido la identificación con los partidos tradicionales.

La sociedad había cambiado, sus valores y preocupaciones eran otras, pero los partidos de siempre parecían incapaces de entenderlo. Los partidos de centro, a pesar de su lenguaje moderado, no lograron movilizar las pasiones de los electores. Sus discursos eran vistos como carentes de autenticidad, como si hablaran desde un lugar distante y ajeno a las luchas reales de la gente.

Entonces, en medio de este panorama político turbio, surgió una voz. La voz de una mujer, Mouffe[1], una pensadora política. Lanzó una propuesta alternativa: para contrarrestar el auge de los partidos de extrema derecha, era necesario construir populismos de izquierda. Estos populismos no buscarían negar las pruebas legítimas de la población, sino que canalizarían esas pasiones hacia valores democráticos y progresistas. ¿Sería este el camino hacia una sociedad más democrática, igualitaria, libre y justa?

Poco a poco, surgieron líderes carismáticos que adoptaron esta visión. Inspirados por la idea de movilizar las pasiones hacia un objetivo común, comenzaron a hablar el lenguaje del corazón ya conectarse con las esperanzas y temores de la gente. Hablaron sobre igualdad, justicia social y derechos humanos de una manera que resonaba profundamente con la población.

La gente comenzó a sentirse parte de algo más grande que ellos mismos. Se reunían en mítines y marchas, ondeando banderas con lemas de solidaridad y progreso. La política ya no era solo un juego de números y estrategias, sino una expresión apasionada de las aspiraciones colectivas. La democracia liberal cobró vida nuevamente. Daba la impresión de que los populismos de orientación izquierdista conseguían dirigir las emociones en favor de una mayor igualdad y justicia social, pero en realidad todo ello servía para mantener intacto el mismo sistema que apuntalaba y agravaba la desigualdad, no proponían un cambio radical y profundo del sistema dominante. Una salida a otro mundo posible.

Con el tiempo, los populismos de izquierda resurgieron como alternativa. Revivió la participación política, ofrecieron soluciones concretas a los problemas que afectan a la sociedad. pero ¿era el populismo de izquierda la salida a una sociedad más justa, democrática e igualitaria? ¿O era la contracara de la misma moneda? Las ideas extremistas de la derecha comenzaron a perder terreno, eclipsadas por una contra propuesta que se embanderaba con una visión inclusiva y transformadora de la política.

Los partidos políticos habían aprendido una importante lección: la política no podía ignorar las pasiones humanas. La falta de identificación con los partidos tradicionales había llevado al auge de los extremos. El país podía encontrar una manera de movilizar esas pasiones hacia un futuro más igualitario y democrático, pero ¿esto solo era posible a costa de la construcción de populismos de izquierdas? El resurgimiento de las pasiones políticas había cambiado el rumbo del país, mostrando que la auténtica conexión con la gente era el verdadero motor del cambio.

 



[1] “Por un populismo de izquierda” Mouffe (2018)


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Paridad y Participación de las Mujeres en la Política: Una Lucha Permanente.

  El debate sobre la paridad y la participación de las mujeres en la política no es nuevo. Se trata de una lucha constante, incansable y muc...