 |
| "Los Pilares de la Sociedad"George Grosz. |
¿QUÉ ESTA OCURRIENDO CON LA DEMOCRACIA EN NUESTRA REGIÓN Y EL MUNDO?
El
agotamiento del modelo progresista y la crisis del capitalismo han llevado a un
replanteamiento profundo de la democracia liberal y han abierto la puerta a la
exploración de nuevos enfoques políticos y filosóficos. Aquellos que se
identifican con la izquierda han encontrado en estas reflexiones una
oportunidad para cuestionar las estructuras de poder vigentes y buscar
alternativas más inclusivas, igualitarias y justas. En este proceso, la
filosofía desempeña un papel fundamental al proporcionar herramientas
intelectuales y conceptuales para repensar y (re)imaginar la democracia que
queremos y necesitamos en el siglo XXI.
Frente
a la avanzada e intentonas de golpes que han afectado a varios países de
América Latina, es indiscutible que es necesario defender la democracia. Sin
embargo, surge la pregunta crucial sobre qué tipo de democracia se debe
promover y si la democracia liberal actual es la más adecuada.
Chantal
Mouffe [1], en su libro "En torno a lo político", plantea una interesante
crítica a la democracia liberal al destacar que esta se basa en la búsqueda del
"consenso racional" y rechaza la presencia del
"antagonismo", que es una característica intrínseca a la humanidad y
a la política. Según la autora, la democracia liberal tiende a ignorar la
realidad del conflicto y la diversidad de intereses presentes en cualquier
sociedad. El concepto de "antagonismo" que Mouffe menciona se refiere
a la existencia de divisiones profundas y diferencias irreconciliables en la
sociedad. Estos antagonismos pueden estar relacionados con factores como la
clase social, la cultura, la raza, la religión o la ideología política. En
lugar de tratar de eliminar o ignorar estos antagonismos, Mouffe sugiere que es
más realista y productivo aceptarlos y canalizarlos de manera democrática.
En
este sentido, la democracia propuesta por Chantal Mouffe sería una
"democracia agonística", que reconoce y da cabida al conflicto
político. En lugar de perseguir un consenso total que silencie las diferencias,
la democracia agonística se enfoca en establecer espacios de debate y lucha
política donde las distintas posiciones puedan expresarse y confrontarse. Esto
implica entender que no todos los conflictos se pueden resolver completamente,
pero se pueden gestionar de manera respetuosa y constructiva dentro del marco
democrático.
En
contraposición a la idea de una democracia basada en el consenso racional, la
democracia agonística busca generar una participación ciudadana activa y
empoderada, donde las personas puedan expresar sus demandas y aspiraciones
políticas legítimas, incluso si estas son divergentes o contrarias a otras
visiones.
La
pospolítica representa un desafío para el sistema democrático y pluralista en
cada uno de los países de América Latina. Al buscar negar el antagonismo y enfocarse
únicamente en el consenso y la reconciliación, el liberalismo tiende a
simplificar la complejidad inherente a la política y a las sociedades. Esta
visión racionalista y deliberativa puede llevar a ignorar las diferencias
reales entre las diversas fuerzas políticas, culturas, identidades y
necesidades de la población.
En
un contexto donde existen intereses en conflicto y visiones del mundo
divergentes, negar la existencia del conflicto solo sirve para mantener una
apariencia de armonía superficial, pero sin abordar realmente los problemas y
tensiones subyacentes.
Un
aspecto crucial de la democracia y la pluralidad es la capacidad de dar cabida
a la diversidad de opiniones y perspectivas. La existencia del conflicto y el
antagonismo no debe verse como algo negativo per se, sino como una oportunidad
para el diálogo, el debate y la búsqueda de soluciones inclusivas que
consideren las distintas visiones y necesidades de la sociedad.
La
realidad política y social de América Latina es compleja y diversa, y
desconocer el antagonismo lleva a la invisibilización de problemas, como la
desigualdad, la discriminación, la pobreza y la exclusión social. En lugar de
evitar el conflicto, es necesario abordarlo de manera constructiva para buscar
un equilibrio y avance hacia sociedades más justas y equitativas.
Negar
el antagonismo y abrazar la pospolítica supone un peligro para la democracia
y la pluralidad en América Latina, abriendo paso al acenso al poder de las derechas mas antidemocraticas y fascistas. Es esencial reconocer la diversidad de
ideas, culturas e identidades presentes en cada país y, en lugar de evitar el
conflicto, abordarlo con apertura, diálogo y tolerancia para construir
sociedades más inclusivas y justas. Solo a través de la comprensión y la
aceptación del conflicto como parte de la vida política, será posible avanzar
hacia un futuro más prometedor para la región.
Defender
la democracia mediante el reconocimiento del antagonismo tiene varias ventajas.
En primer lugar, permite la inclusión de una amplia variedad de voces y perspectivas
en el proceso político, lo que enriquece la toma de decisiones y aumenta la
representatividad de las políticas implementadas. En segundo lugar, facilita la
capacidad de resolver conflictos de manera pacífica y constructiva, lo que es
fundamental para la estabilidad política y social.
La
política debe reconocer y aceptar la existencia del antagonismo, ya que hacerlo
es esencial para defender la democracia. Para América Latina (AL), una posible
alternativa o desafío para fomentar la construcción de la democracia podría ser
la radicalización hacia una democracia socialista.
Cuando
me refiero a la radicalización de la democracia en América Latina, intento
sugerir el avance hacia una democracia socialista. La democracia socialista como
yo la entiendo, combina elementos democráticos con la búsqueda de una mayor
igualdad económica y social a través de la propiedad y el control colectivo de
los medios de producción y la distribución equitativa de los recursos. Este
enfoque socialista en la democracia busca abordar desigualdades estructurales y
fomentar la participación activa de la población en la toma de decisiones
políticas y económicas. Esto implica una mayor intervención del Estado en la
economía, la implementación de políticas de redistribución de la riqueza y la
promoción de programas sociales que mejoren las condiciones de vida de los
sectores más vulnerables.
"GOLPES
BLANDOS" O “POR GOTEO”
La
idea del "golpe por goteo" (Vegh Weiss) o golpes blandos provienen de
la judicialización de la política, entender cómo se lleva a cabo este proceso
de deslegitimación y cómo afecta al dirigente político parece central. En este
contexto, la muerte política y jurídica metafórica se refiere a un intento
sostenido de debilitar la imagen, credibilidad y capacidad de acción del líder
político a través de diversas acusaciones y acciones legales.
El
"golpe por goteo" implica una estrategia sutil y prolongada, donde se
van filtrando de manera constante y progresiva informaciones negativas o
acusaciones contra el dirigente político. Estas acusaciones pueden ir desde
presuntas irregularidades financieras hasta supuestos actos de corrupción,
pasando por cuestionamientos sobre su ética y valores. El objetivo es generar
una percepción negativa en la opinión pública, erosionando el apoyo popular al
líder y debilitando su posición política.
Este
tipo de estrategia que han estado llevando adelante las distintas derechas antidemocráticas
en el mundo y en nuestra región. Son particularmente peligrosas, ya que puede
tener un efecto acumulativo en la percepción que la población tiene sobre el
dirigente. En la mayoría de los casos las acusaciones resultan infundadas o
exageradas, el caso de Lula y Dilma en Brasil es un claro ejemplo pero también con Evo en Bolivia, Correa en ecuador. En
el contexto del "golpe por goteo", se hace hincapié en cómo estas
acciones legales pueden ser utilizadas como una estrategia política para minar
la posición de un líder sin pruebas contundentes.
La
judicialización de la política en este contexto es utilizada como una
herramienta para perseguir a dirigentes políticos o para frenar su ascenso político.
A través de procesos judiciales prolongados y mediáticos, se busca dañar la
reputación del dirigente y desviar su atención y recursos hacia su defensa
legal, debilitando así su capacidad para ejercer su función política.
Para
evitar este tipo de prácticas y proteger la integridad del sistema político y
judicial, es esencial que las instituciones funcionen de manera independiente y
que los procesos judiciales sean llevados a cabo de forma imparcial y justa.
Asimismo, la sociedad debe estar atenta a posibles intentos de manipulación y
desinformación, promoviendo una cultura de transparencia y rendición de cuentas
en la esfera política.
En
conclusión, el fenómeno del "golpe por goteo" y la judicialización de
la política plantean desafíos importantes para la democracia y la estabilidad
política. Comprender cómo se desarrolla este proceso puede ayudarnos a ser más
conscientes de las estrategias utilizadas y a proteger la integridad de
nuestras instituciones democráticas.